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Literatura

La Iliada *

La Iliada *

Por fin he terminado la Ilíada. He de admitir que la empecé a leer con cierto recelo y no estando del todo seguro de que me gustaría, puesto que me habían hablado en más de una ocasión de la extrema densidad de la narración y la lentitud con la que se desarrollan algunas fases de la historia. Aunque soy bastante benévolo al definirla como tal, ya que es bien simple: un "trozo" de la guerra de Troya, ataques por uno y otro lado.
Sin embargo, me gustó y mucho. El lenguaje de Homero es muy elegante y te transporta en el acto a las encarnizadas batallas entre acayos y troyanos, con una salvedad. La descripción de las luchas individuales en mitad de la gran batalla suele ser breves y bastante similares en todos los casos. Lanza la pica. Yerra. Saca entonces la espada y se lo lleva la Moira y la muerte. Está bien, me gusta, pero veo el duelo demasiado estático, no me da la sensación de apremio que requiere todo momento en que uno se juega la vida. No así los del álter ego de Dumas padre o del propio Alatriste.
"Ya has pasado lo peor", me dijeron en el foro. Yo no exageraría tanto porque, como ya digo, me ha parecido una novela soberbia.

Sin embargo, bien entrado el canto XV empecé a echar en falta alguna alusión al caballo de Troya, al que esperaba con suma expectación. Pasé el canto XVIII, el XX... y cuando Hécaba comenzó a lamentarse por la muerte de Héctor –final del canto XXII– supe que no presenciaría el asalto y la caída de Troya. En efecto, la novela concluye con los funerales del Priamida y no habla en ningún caso de la argucia aquea.

En ese momento me embargó una terrible desazón y acudí al foro buscando consuelo. Finalmente, añadieron dos libros más a los que pensaba leer: la Eneida de Virgilio y la Anábasis de Jenofonte. Éste último lo definieron como un auténtico best-seller del siglo V a.C. imposible de defraudar a nadie, y es ahí donde en realidad se habla del final de la guerra de Troya.

Un lector agradecido *

Un lector agradecido * A dos días de la llegada a las librerías de su última novela, "El pintor de Batallas", el Maestro ha sacado tiempo para tener un bonito detalle con un lector agradecido.
Hace un par de semanas decidí probar suerte y escribí un email a la dirección de capitanalatriste.com. Tras un intercambio de varios emails con su secretaria acordamos que en cuanto don Arturo tuviera tiempo -estaba en plena promoción de El Pintor de Batallas- me enviaría por correo postal una foto firmada con una dedicatoria de su puño y letra. Y así ha sido.
Está claro que soy un lector más y que si me llamase Fulanito de la Vega Martínez poco habría cambiado la cosa en cuanto al tema de la foto y la dedicatoria. Pero de todos modos encuentro tremendamente amable que los artistas busquen momentos para bajar del pedestal en el que les colocamos sus seguidores y nos muestren su lado más terrenal. Porque son mortales, como nosotros. Por eso agradezco enormemente a don Arturo el detalle de enviarme esa foto autografiada que hará de marcapáginas de las más apasionantes novelas.
Y pronto le haré llegar la carta que su secretaria me aseguró que entregaría en mano al Maestro.

Mi amigo el poeta *

Sería un delito no hablar de mi amigo el poeta, artista en ciernes, como un servidor. Una persona que tiene esa ilusión que tenemos los advenedizos que soñamos con ser grandes, con que se nos lea en todas partes. Un poeta debe saber embellecer aquello en lo que la plebe ni tan siquiera repararía, acrecentarlo a golpe de epíteto, y ser capaz de desatar auténticos remolinos en el corazón de quien le lea. A mi amigo el poeta le diría que no dejase de escribir mientras sienta que ama esta lengua -la de Cervantes y más humildemente la mía-, y que permanezca siempre alerta, libreta en mano cual cazador agazapado en la maleza. Que atrape momentos y las moldee a su antojo y que críe y mime su estilo propio porque será siempre ése el que mejor sepa manejar.
Ahora me tomaré la libertad de transcribir algunos de sus mejores versos, extraídos de un poema ligeramente más extenso y de una calidad incipiente.



[...] los pelos del pincel danzan

con tu contorneada figura

la toca, la besa, la acaricia

y te dibujo una sonrisa

tus cabellos aureados

los pinto con el mejor oro

tu mirada celeste y cristalina

¿con qué la dibujaría?

en mi delirio de pintor

busco en tus purpúreos labios

el mejor color

pero en esta humilde paleta no lo hallo

cierro los ojos y abandono el pincel

acaricio el lienzo como si estuvieses en él

te recorro en cada curva:

tus caderas, tu talle, tus senos...

te coloreo con mi imaginacion

y tus labios los dibujo con un beso.

P. A. T. F.

Espero que no te moleste que muestre tu poema en mi blog. Considera, pues, este pequeño homenaje como un agradecimiento por esos versos que nos regalas a tus incondicionales. Sigue como hasta ahora, maestro del estilo. Del tuyo.

El Maestro *

El Maestro * Me parece genial -y además necesario- admirar a ciertas personas, tener determinados referentes en la vida que nos ayuden a comprenderla y a crear una opinión del mundo que nos envuelve. Pero lejos de la sana admiración queda, sin lugar a dudas, la fanática idolatría de esta gente cuya vida es tan vacía deben aferrarse a otra ajena, por el simple hecho de tener algo que contar. De esos tipejos y tipejas vehementes que estallan en sollozos cuando cruza por su lado un Beckham. Y esto en el mejor de los casos, cuando no les da por adorar a la amante del hermano de una prima lejana de la asistenta que cuidaba a los hijos de la Pantoja.

Una de las personas a las que admiro profundamente es Arturo Pérez-Reverte, el Maestro. Me parece el paradigma perfecto de la lucidez y el saber. Porque soy de los que piensa que es la cultura lo que verdaderamente engrandece a un hombre. Lo que lo hace más hombre. Tiene obras buenas y no tan buenas, como todo artista, pero me fascinan su temple y seguridad a la hora de hablar, la claridad de sus ideas, amarradas a él por raíces añejas, y ese digo lo que pienso que tan pocas personas se pueden permitir. Además de escritor, es un columnista polémico, que dice exactamente lo que piensa, sin tapujos que le silencien los dedos.

El pasado 24 de enero tuvo lugar un encuentro digital con el Maestro, en la web oficial de la editorial Alfaguara. De entre mil preguntes tuve la inmensa suerte de que la mía fuera escogida y se le formuló ya hacia el final de la entrevista. Si quieres leer el encuentro entero puedes hacerlo (al menos por ahora) aquí .
Me gustaría reproducir la pregunta y su respuesta:

42. Guillermo - 13:33
Mi pregunta es: ¿Qué consejos podría darle un maestro de la palabra como usted a un joven que anhela ser escritor?

Que no tenga prisa en publicar, que lea mucho y bueno y que rompa todo lo que escribe, de momento. Si es un escritor español, no puede desconocer a los clásicos latinos y griegos, a los clásicos del XVI y XVII y a los grandes novelistas del XIX, españoles y europeos. Después ya puede leer lo que le dé la gana. Si no está dispuesto a hacer ese aprendizaje, no será un escritor de verdad en su puñetera vida.

No me molestó en absoluto ese final tan suyo, "en su puñetera vida", por si hay quien piensa que debería sentirme ofendido. Me gustó y sorprendió -aunque no en ese orden- la respuesta del Maestro. Hoy por hoy estoy en esa fase de aprendizaje que muchos piensan que jamás se abandona. Ahora lo que busco es mi propio estilo e ideas a las que darle forma. Pero mientras tanto he de devorar clásicos y aprender de los grandes maestros de la literatura universal. Si no, no seré un escritor de verdad en mi puñetera vida.